Hola Senda - gracias por tu mensaje!
Antes o después, sí, sucede que, de repente, aun 'teniendo' todo aquello a lo que aparentemente todo el mundo aspira (formación, pareja, trabajo), parece que algo todavía no acabara de encajar.
La cuestión es hasta qué punto acumulamos cosas, relaciones, solo porque así es como las cosas 'deben' ser.
Sin embargo, el asunto que comentas podría ser ese punto de inflexión en el que un cambio es necesario pero, ¿hacia donde?
No hay fórmulas mágicas: es ensayo-error-error-error-acierto. Quedarte en casa te permite recuperarte, pero 'demasiado' tiempo para pensar es nefasto: el cerebro es una máquina muy muy potente que, si no se centra en una labor (idóneamente que le arrebate, un trabajo que apasione y aporte valor a otras personas) se vuelve contra uno mismo (hiperanálisis, sensación de que todo es absurdo o inútil). De ahí a entrar en una espiral hacia abajo es muy fácil -- y no nos sirve de nada.
La vida es permanente aprendizaje, lo cual es un compendio sobre todo de dos cosas: 'pensar' y 'hacer'. Si 'pensar' no está aportando ya nada más (solo podemos pensar de lo que sabemos; de lo que no sabemos solo hacemos suposiciones, muchas veces incorrectas), entonces solo queda 'hacer', experimentar, probar.
Si no lo has hecho ya, quizás quieras explorar aquellos campos que no tienen absolutamente nada que ver con lo que sabes y conoces: leer libros diferentes a los que habitualmente lees, conocer gente diferente, ir a lugares diferentes, hacer cursos de cosas completamente dispares. Exponerte, en suma, a nuevos estímulos con los que nutrir tu capacidad de pensamiento. El riesgo es cero o casi cero. El retorno puede ser infinito.
¿Para qué estamos aquí? es, posiblemente, la pregunta más importante que nos hagamos... y cuya respuesta nadie nos dará. Ese 'para qué' no es una revelación divina, sino una decisión consciente, voluntaria, volitiva. Y esa decisión se basa en aquellas labores, trabajos, servicios a tu comunidad, valor añadido... que en tu pasado aportaste a tu entorno y por lo que tú te sentiste bien: enseñar, crear, investigar, sanar, educar, cuidar, diseñar, innovar, descubrir, liderar, asesorar... Mira hacia atrás en tu experiencia desde que tengas recuerdos, desde la infancia hasta esta noche -- y, si miras con detalle, verás un poso común. Ese es tu 'para qué', tu 'brújula vital' aquí.
A partir de ahí, el 'qué' quieres conseguir es más fácil: cuando sabes donde está el norte, sabes cómo llegar a cualquier sitio. Mucha, muchísima gente se centra en conseguir objetivos que no son los suyos y después buscan hallar coherencia con quienes son como individuos. Es al revés: primero descubre quién has estado siendo desde niño hasta hoy; después elige objetivos coherentes con ese 'ser'. No podemos pretender ser o querer cosas que no somos o creemos que queremos.
Otra opción, quizás, es explorar con un coach, un mentor, un asesor de carreras? Ellos están preparados y entrenados y tienen información para aportarte puntos de vista adicionales... y, sobre todo, sentar una estructura por la cual te comprometes a moverte, actuar.
El barco nunca navega en línea recta; más bien va 'oscilando' en su ruta hacia el puerto. La única vez en la que la línea recta es el camino más corto entre dos puntos sucede solo sobre un papel. En el teatro de la vida, no importa tanto si cumples todos tus objetivos (si llegas a todos los puertos intermedios para abastecerte), sino si estás siguiendo tu curso, el que tú has decidido (no el que nadie te ha dicho o revelado que es) hasta el puerto que estimes.
La zona de confort es aquello conocido, predecible, la rutina. A veces, esta funciona. Otras, no. Si lo que haces no te funciona, no hay más secreto: toca experimentar y descubrir una nueva zona que sustituya ésta que ya ha dejado de funcionar.
Nos vas contando si quieres tus pasos por aquí?
Un abrazo y éxito con ello!